Hace unos días estaba sentado en la taza del inodoro pensando sobre mi paso a seguir. Estaba evaluando si regresar al ejército como líder de los Alpha-8 (grupo élite especializado en prevención de ataques terroristas a nivel internacional). Pero sentía que la vida allá era vacía.
Estuve reflexionando también sobre la posibilidad de ingresar al negocio de las peleas clandestinas. La paga era buena y tener la posibilidad de acabar con una persona a golpes sin repercusiones legales era algo interesante. Pero los manejadores eran unos cretinos sin experiencia, tarde que temprano ese negocio caera.
Contemple una tercera opción que era la de participar en competencias internacionales de levantamiento de pesas. Era agradable, mujeres hermosas por donde quiera mirar, pero tampoco no me apasiona la idea de tener un cuerpo escultural si no lo voy a usar para partirle la boca a otra persona.
Pero la semana pasada las cosas cambiaron. Recibí una llamada a mi celular y era un tipo misterioso. Me informaba que una nueva empresa de lucha se estaba gestando en latinoamérica. Inicialmente me pareció una estupides, sabiendo que la única empresa de lucha que realmente valía la pena era World Championship League, pero las posibilidades que esa compañía resucitara eran nulas. Así que inicialmente no me motivó. Sin embargo, cuando me enteré que quien estaba forjando esa nueva compañía era Ramón Martínez, la cosa cambió. Este sujeto me ofrecía un contrato para ingresar a las filas de la compañía, un contrato blindado donde ni siquiera el mismo Ramón, siendo dueño, podría sacarme bajo ningún motivo. Y la promesa de este misterioso fue contundente: destrucción.
Hice mi maleta y la decisión fue tomada: regreso al mundo del espectaculo de la lucha libre con una sola enmienda: Caos!
Estuve reflexionando también sobre la posibilidad de ingresar al negocio de las peleas clandestinas. La paga era buena y tener la posibilidad de acabar con una persona a golpes sin repercusiones legales era algo interesante. Pero los manejadores eran unos cretinos sin experiencia, tarde que temprano ese negocio caera.
Contemple una tercera opción que era la de participar en competencias internacionales de levantamiento de pesas. Era agradable, mujeres hermosas por donde quiera mirar, pero tampoco no me apasiona la idea de tener un cuerpo escultural si no lo voy a usar para partirle la boca a otra persona.
Pero la semana pasada las cosas cambiaron. Recibí una llamada a mi celular y era un tipo misterioso. Me informaba que una nueva empresa de lucha se estaba gestando en latinoamérica. Inicialmente me pareció una estupides, sabiendo que la única empresa de lucha que realmente valía la pena era World Championship League, pero las posibilidades que esa compañía resucitara eran nulas. Así que inicialmente no me motivó. Sin embargo, cuando me enteré que quien estaba forjando esa nueva compañía era Ramón Martínez, la cosa cambió. Este sujeto me ofrecía un contrato para ingresar a las filas de la compañía, un contrato blindado donde ni siquiera el mismo Ramón, siendo dueño, podría sacarme bajo ningún motivo. Y la promesa de este misterioso fue contundente: destrucción.
Hice mi maleta y la decisión fue tomada: regreso al mundo del espectaculo de la lucha libre con una sola enmienda: Caos!